Cristina estaba muy ilusionada con la idea de volver a vivir su tierra.
Llevaba dándole vueltas a la idea de retornar a su ciudad natal mucho tiempo, aunque nunca se decidía.
Hacía cinco años que vivía en Londres y en realidad, tampoco estaba tan mal. Había logrado independizarse y vivir sola. Si bien es cierto que su apartamento era minúsculo, no tenía que compartirlo y esto le hacía sentir bien. Trabajaba en una multinacional y tenía un salario decente aunque vivía acompañada por la sensación constante de que le faltaba algo. Pese a su malestar, ¿cómo iba a dejar el trabajo que tanto le había costado conseguir? y ¿cómo iba a encontrar otro trabajo en España, con lo mal que están las cosas? pensaba ella recurrentemente.
Un día recibió un correo que lo cambió todo. Había recortes en su empresa y ella estaba en la lista de los despedidos. Este mensaje que podría haber significado un gran enfado o decepción para muchos, a ella en realidad le produjo alivio. Ya no tenía que decidir. Sin trabajo en Londres ya nada le ataba a su vida allí así que decidido: se volvía a España. Añoraba el sol, las cañas con sus amigos y tener más cerca a su familia. Con una sonrisa en su rostro llamó a su casero y le avisó que dejaba su pequeño refugio londinense. Lo más rápido que pudo organizó su mudanza y puso rumbo a su vida soñada.
Cuatro meses después ya estaba de vuelta. Efectivamente hacía sol y muchos de sus amigos y familia seguían allí también, pero la situación no era tal y como ella la había dibujado tantas veces en su mente. Cristina se encontraba desanimada y bastante frustrada. Todavía no había encontrado un trabajo y además seguía viviendo con sus padres. Sus amigos ya no tenían tiempo y era difícil quedar: que si Juan tenía que llevar los niños a las extraescolares, que si Lucía estaba organizando su boda y no tenía tiempo para nada, que si Alba estaba estudiando para preparar las oposiciones. Todo el mundo estaba ocupado ¡Con lo fácil que era todo antes! se repetía ella a sí misma.
Cristina se sentía que no encajaba y se preguntaba ¿será que me he equivocado volviendo? No encontraba su sitio y se sentía fuera de lugar. Por si fuera poco, los conflictos familiares de los que se había distanciado tanto tiempo, seguían estando ahí y ya no tenía fuerzas para afrontarlos. De nuevo se planteaba qué hacer y añoraba su vida en Londres, el ajetreo cultural, la calma de su apartamento, su independencia económica. Se encontraba en un callejón sin salida e invadida por ansiedad.
Desde la psicología hay un nombre para denominar la experiencia de Cristina.
Se trata del choque cultural inverso. Es la experiencia emocional y psicológica experimentada por las personas al volver a su país de origen después de haber vivido durante un período prolongado de tiempo en el extranjero. Esta experiencia se caracteriza por sentimientos de tristeza y frustración los cuales pueden impactar de manera negativa en la visión de uno mismo.
Es un proceso normal, de transición y que requiere la puesta marcha de distintos mecanismos de adaptación para integrarse a una nueva realidad, la cual implica ventajas y pérdidas con respecto a la vida anterior.
La experiencia del choque cultural inverso está mediada por factores personales como la capacidad de adaptación y de resiliencia, la situación laboral y situación familiar en el país de origen; factores sociales como por ejemplo el entorno que uno se encuentra al volver, el tiempo vivido en el extranjero, los hábitos adquiridos y cómo estos encajan con la nueva realidad o las motivaciones para la emigración y retorno. Por lo tanto no todo el mundo va a vivir de la misma manera esta situación. Hay personas que se adaptan mejor a su vuelta y no lo experimentan como algo negativo. Sin embargo para muchas otras, al igual que a Cristina les resulta difícil lidiar con el choque cultural inverso y con las expectativas preestablecidas.
Las siguientes recomendaciones pueden ayudarte a transitarlo mejor si te ves reflejado en el caso de Cristina o si estás considerando el retorno a tu país de origen.
1. Reconoce tus motivos ¿Por qué quiero volver?
Esto te ayudará a enfocarte en lo que es importante para ti antes de volver y tomar una buena decisión.
Si por ejemplo, lo fundamental para ti en este momento es tu carrera profesional tendrás que evaluar qué lugar te permite desarrollarte profesionalmente. Si por otro lado, tu objetivo es establecerte y desarrollar una familiar tendrás que considerar cuál es la mejor manera de hacerlo. Siendo consciente de que cada decisión conlleva consigo una renuncia. Normalmente no es posible tener todo lo que uno quiere a la vez. Prioriza lo que tiene más peso para ti en esta etapa vital reconociendo que los obstáculos estarán siempre presentes, según dónde estés tendrás unas dificultades u otras.
Por lo tanto pon el foco en tus valores y tus objetivos antes de volver.
No te dejes guiar por un impulso momentáneo ante un problema o por una emoción de soledad transitoria al vivir en el extranjero. Es normal tener buenos y malos días. Tampoco dejes de valorar lo conseguido en el país que resides y tus pequeños o grandes logros. Sea cual sea tu decisión, párate a reflexionar.
2. ¿Qué me voy a encontrar? Reevalúa tus expectativas
Volver a tu país no significa retomar tu vida tal y dónde la habías dejado.
Esta creencia puede generar una profunda angustia y frustración al comprobar que la vida que dejaste ya no existe.
Céntrate en crear algo nuevo, no trates de volver al pasado. Ya sabes que no se puede, las máquinas del tiempo de momento existen sólo en las películas (aunque a veces no estaría mal subirnos a una). La realidad es que tú has evolucionado y probablemente tu entorno también.
Puede que no sea fácil y tendrás que construir una nueva realidad poco a poco. Esto puede que implique la pérdida de algunas comodidades de las que gozabas anteriormente como por ejemplo un buen salario; en beneficio de otras como por ejemplo más tiempo personal.
3. No idealices la vuelta
La morriña, la nostalgia es un emoción normal cuando vives lejos de tu tierra natal. Echar de menos a la familia, los amigos, el buen tiempo, la comida o incluso los olores o la luz son experiencias comunes cuando uno es emigrante o expatriado. Sin embargo a veces se tiende a idealizar lo dejado atrás en detrimento de la vida en el país de acogida. Ni todo es maravilloso en tu país de origen, ni todo es tan malo en el país que has emigrado. Ten presente que la realidad es compleja y que las vacaciones no son lo mismo que la vida habitual.
Te invito a que antes de dar el paso conozcas mejor la realidad que anhelas, siendo consciente de lo que renuncias y sabiendo hacia dónde vas.
4. Prepárate para el retorno
Está demostrado que factores externos como el empleo y la vivienda pueden ser estresores que impactan negativamente en la experiencia psicológica migratoria. Es recomendable por lo tanto que empieces a prepararte para el retorno mientras todavía estás viviendo en tu país de acogida. Realiza una búsqueda activa de empleo o de vivienda con anterioridad. No es fácil, pero puedes empezar con pequeños pasos. Actualiza tu CV en tu idioma, inscríbete a ofertas, comunica a tus familiares y tus amigos tus intenciones, siempre hay alguien puede ayudarte.
5. El impacto emocional del retorno: El choque cultural inverso existe
Es normal sentirse abrumado y estresado por el cambio. Finalizar una vida para empezar otra nueva es un duelo y tiene un coste emocional. A Cristina le hubiera ayudado saber que esta experiencia forma parte del viaje de vuelta y que no tiene nada de malo. Sin embargo, al igual que cualquier duelo requiere de un tiempo para sanarlo y de la realización de ciertas tareas, no hay atajos. Hablar con personas en tu misma situación puede ayudarte a sentirte mejor y a comprender mejor lo que te ocurre.
6. Crea nuevas redes sociales
Hoy en día a través de las redes sociales puedes buscar grupos de retornados o expatriados en tu ciudad. Acércate a la ciudad a la que vuelves como si fuera una ciudad nueva para ti. En cierta manera debido al momento vital en el que estás seguramente habrá muchos elementos nuevos que descubrirás. Te recomiendo que compartas esta experiencia con personas que han vivido lo mismo.
También es bueno que te apuntas a nuevas actividades, de deporte, ocio, cocina, baile, artísticas… lo que resuene contigo, pero esto te ayudará a relacionarte con nuevas personas y a abrir tu círculo.
No te quedes esperando a que te llamen tus amigos de antes, toma la iniciativa.
7. Si la emigración es la solución a tus problemas, tus problemas seguirán estando a tu vuelta
Reflexiona porqué te fuiste. Estoy segura de que no quieres repetir viejos patrones, aunque sin quererlo esto sea lo más común. La vuelta puede ser una oportunidad para hacerlo diferente.
Para algunas personas la emigración supone una manera de tomar distancia de ciertos problemas internos personales o familiares. Aunque es cierto que la emigración no es la solución, muchas veces separarse de ciertas dificultades puede ser muy necesario y recomendable para poder tener otra experiencia de uno mismo. Sin embargo al volver puede ser que estas dificultades sigan estando presentes y te generen malestar.
Me explico, por ejemplo si la emigración inicial fue provocada por una ruptura sentimental, tal vez tu ex-pareja que tanto querías evitar, siga formando parte de tu círculo cercano de amigos. El retorno puede ser una oportunidad para redefinir cómo quieres relacionarte o no con esta persona.
En otros casos la emigración es útil para alejarse de un familiar demasiado invasivo o autoritario que impide que tomes tus propias decisiones o que te anula, si es así el retorno puede ayudarte a recolocarte desde una posición más adulta y a establece tus propios límites.
Recuerda siempre que la solución no es siempre volver a irte y repetir entonces la misma dinámica y convertirte en un eterno viajero ( a no ser que seas consciente de ello y esta sea tu decisión con la cual estás satisfecho y encaja contigo). Pararte, reflexionar, hacer frente a tus dificultades y abordarlas te ayudará a vivir mejor contigo mismo independiente de dónde estés.
Si necesitas ayuda para hacerlo, la terapia puede ser un buen lugar al que acudir, yo puedo acompañarte. Lorena
“ Amar es aprender a desear lo que uno tiene”- Arun Mansukhani